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NORMALIDAD, UNA REFLEXIÓN FILOSÓFICA

Actualizado: 28 dic 2018

La normalidad social como anormalidad patológica colectiva



INTRODUCCIÓN

¿Qué es la normalidad? ¿Qué es lo que la rige? ¿Puede la normalidad cambiar con la cultura? ¿Cuáles son las implicancias para el siglo XXI? ¿Puede la normalidad ser patológicamente anormal en si misma? Por años, los filósofos han discutido acerca de la cuestión por la normalidad. Sin embargo, la discusión actual, no solamente está en manos de eruditos, expertos e investigadores, sino también en toda clase de persona que, involucrada en su mundo, discute pragmáticamente frente a todo lo que no es normal. Este ensayo, tiene por objetivo realizar una observación pragmática con respecto a la normalidad y sus implicancias en la sociedad contemporánea, redescubriendo en la normalidad, muy poco acerca de ella. Sin embargo, este ensayo, no tiene por propósito, responder a las grandes preguntas, sino más bien, problematizarlas como una invitación al dialogo, y la reflexión.


NORMALIZACIÓN

La normalidad, lo normal, lo normativo, son conceptos que se presentan a lo largo de la cotidianeidad para definir el conjunto de normas que regulan nuestra convivencia, comportamiento y lógica social. El concepto "normal" sirve para distinguir qué es lo correcto y que no, qué está bien y que está mal. Pero la normalidad sirve, además, para discriminar a todas las personas y grupos humanos que no se ajustan a los patrones y modelos que sigue la mayoría; osea que, la normalidad es moral y democracia, pero ¿se puede pensar a la normalidad por fuera de la moral y la democracia? Y a la inversa, ¿se puede pensar a la moral, y la democracia, por fuera de toda norma? ¿Quién puede poseer el monopolio de la normalización sino aquel que impone las normas que quiere? La palabra “normal” viene de “norma”, y la norma no viene del cielo. Alguien creo la norma, y lo hizo en función de un proyecto político de poder, en el sentido de instalar su propio interés como si fuese lo lógico, lo natural o del interés de todos.


La normalidad como síntoma

“Cada vez que se encuentre del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”, (Twain, 2006)


Cuando llegamos a una cierta edad, lo “normal” es conseguir un trabajo fijo, comprar un departamento e irnos a vivir solos. En el caso de que tengamos pareja y llevemos un cierto tiempo de relación, lo “normal” es que nos casemos. Y más adelante, lo “normal” es que tengamos hijos. La normalidad presupone un perfil de ser humano habituado al mecanismo de resistir la convivencia y relación con un mundo que ya está programado, ordenado y organizado. El problema con la normalidad subyace en la propia naturaleza humana. Parafraseando a Erich Fromm: ¿Puede una sociedad habituada a una normalidad patológica, definir que es la normalidad, sin deformar la propia idea de normalidad? (Fromm, 2011) El ser humano, es un ser cambiante, en tránsito, que siempre está reinventándose, repensándose, en una completa metamorfosis. La normalidad es un concepto quieto, que intenta atrapar al sujeto cambiante, que nunca para de transformarse, que siempre esta en movimiento y deformación de sí mismo (Sztajnszrajber D. , 2018) Es por eso, que, por años, quienes han definido la normalidad, son quienes han ido con el tiempo también cambiando. Sin embargo, volviendo a Erich Fromm, salta una duda realmente importante, si la sociedad no es quien tiene que definir la normalidad, entonces ¿Quién la define?, por supuesto, la naturaleza humana. La naturaleza humana es quien define la normalidad ¿Pero ¿qué es lo humano? en palabras de Nietzsche “¿Puede lo humano, definir lo humano?” (Nietzsche, 1985); preguntas que aterrizan en un gran “no sé”. Sin embargo, si algo han entendido las ciencias sociales hasta hoy, es que al menos antropológica, social y psicológicamente, el ser humano, es un ser en total movimiento, y cambios repentinos por naturaleza propia. En otras palabras, el ser humano, es un ser, que paradójicamente y en cada momento, deja de ser, para convertirse en otro ser. Idea que, por cierto, se pone en conflicto con la normalidad. Si la normalidad es quietud constante, y la naturaleza es metamorfosis, entonces el problema no está en el ser humano, sino en la propia idea de normalidad. La patologización de la normalidad como concepto único, tiene su origen en las jerarquías de poder. Ya decía Heidegger, en el siglo XX, “La normalidad es el dispositivo del poder” (Heidegger, 2009) porque en una reflexión más profunda, la anormalidad siempre está atravesada por el utilitarismo y el sentido del ser ¿Tiene la normalidad relación con el poder? ¿Es normal el actuar sin propósito? ¿Es normal que, por defecto, no hallemos el sentido de las cosas? Las preguntas ¿solamente sirven para las respuestas? ¿tiene sentido, la pregunta sin la respuesta? ¿No es acaso, patológicamente obsesivo, encontrarle sentido, utilidad, y propósito a todas las cosas, siendo que por defecto la naturaleza misma, es una naturaleza por default? Dario Sztajnszrajber, en uno de sus poemas, expresa muy bien, aquella ironía que observa a la normalidad, el utilitarismo, y el sentido.


“¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste? No buscando una respuesta ni encontrando una certeza, sino la última vez que te escapaste de lo cotidiano y te detuviste. No por cansancio ni por desidia, sino porque sí.

¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y dejaste que todo a tu alrededor flotara? Como quien se anima a desconectar las cosas, a quitarles su carácter de utilidad, a sacarlas de la lógica del cálculo.


¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que no sirviera para nada? Para nada ni para nadie, ya que las servidumbres se presentan de formas muy misteriosas. Algo que no fuese pensado desde la ganancia, el interés o el egoísmo.


¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo porque sí? No porque te convenía o porque lo necesitabas, o incluso porque lo querías; sino porque sí. O al revés: ¿cuándo fue la última vez que la casualidad hizo con vos algo? No algo productivo, ni profundo, ni siquiera algo en sentido estricto.

¿Cuándo fue la última vez que le diste un abrazo a alguien? No a tus seres queridos ni a personas conocidas, sino a “alguien”, no importa a quien.


¿Cuándo fue la última vez que diste? No importa qué. Un regalo no vale por lo que es, sino que vale en tanto regalo. Un regalo no vale. Un regalo no es. Se da y no vuelve.


¿Cuándo fue la última vez que te abriste? ¿O que no te cerraste? ¿O que demoliste tus puertas? ¿O que dejaste entrar al indigente? ¿O que ese otro irrumpió en vos y te llevó puesto? ¿Cuándo fue la última vez que recordaste? No cuando vence la factura de gas o la fecha del examen, sino que te recordaste como una trama, como una huella, como parte del relato en el que te ves inmerso, como el deseo de querer seguir narrándote.


¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Simplemente lloraste. De alegría, de tristeza, da igual. Llorar, como quien expresa en ese acto primitivo la existencia viva; como quien solicita, pide, ruega, pero no reclama, ni exige, ni cree merecer.


¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser. El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? No por lo que te pudiera pasar, sino por pensar que tal vez nunca no te pasara nada. ¿Cuándo fue la última vez que preferiste la nada al ser, un olor a un concepto, un insomnio a un ansiolítico, un árbol viejo a un ascensor?


¿Cuándo fue la última vez que te traicionaste, que te animaste, que transgrediste, que te lanzaste, que tuviste un sueño, que creíste, que descreíste, que te arrepentiste, que te afirmaste, que te cuestionaste, que soltaste lo propio y te abriste a la pregunta?


¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste?” (Sztajnszrajber D. , 2016)


Conclusiones

“Se ríen de mí porque soy diferente; me río de ellos porque son todos iguales”, (Kurt Cobain)


Desviarse del camino establecido y los parámetros de normalización suele ser motivo de ridiculización, mofa y vergüenza. Mucho más fácil es caminar por mundos que transita todo el común de las personas que iniciar un viaje solitario, tomando las riendas de la propia vida y siendo coherente con el ser. Y es que sólo se puede encontrar la dirección (la propia dirección) escuchando e identificando lo que realmente conmueve al individuo.

La normalidad, es aquel camino de adaptación y conformismo, que sepulta a la autenticidad. Las personas nacen con una identidad completamente única y diferente a las del resto, cuyo potencial sólo florece al ser realmente honesto y elegir con originalidad. De ahí la importancia de tener el coraje de ser uno mismo, desmarcándose de los parámetros impuestos, que limitan y coartan la única norma de la naturaleza humana: el ser para la libertad.


Y es que en el fondo lo establecido, lo convencional, y todo aquello que otros están repitiendo, en definitiva, lo “normal”, es el camino patológico que somete a todo ser humano a la desnaturalización, puesto que todo está en continuo cambio y evolución. Quizá la única respuesta de este ensayo al problema de la normalidad es qué, para despatologizarnos de la normalidad, hemos de vivir completamente, y con toda honestidad nuestra propia identidad. Quizá, hoy sea un buen día para comenzar…



Referencias

Fromm, E. (2011). Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Barcelona: S.L. FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ESPAÑA.

Heidegger, M. (2009). La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo . España: HERDER EDITORIAL

Nietzsche, F. (1985). Humano demasiado humano . España: EDAF.

Sztajnszrajber, D. (Dirección). (2016). La ultima vez [Película].

Sztajnszrajber, D. (2018). Filosofía en 11 frases. Buenos Aires : PAIDOS.

Twain, M. (2006). ¿Que es el hombre? España: Paginas de Espuma

 
 
 

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