INTERESES PROFUNDOS
- fabianjesusvidal
- 31 ene 2023
- 3 Min. de lectura

Los intereses restringidos o intereses profundos son una de las tres grandes categorías diagnósticas del autismo.
Estos intereses son pasiones exclusivas, repetitivas y muchas veces inusuales o irrelevantes para el resto de la sociedad, los cuales son patentes a lo largo de toda la vida. La parte patológica de este asunto radica en que al reducir el mundo a unos pocos intereses se excluyen aquellas cuestiones sociales que generalmente motivan a las personas no autistas (o neurotípicas), y que tributan a construir un orden social y costumbres normativas que, al prescindir de ellas, se desencadena por efecto una desadaptación social en diversos ámbitos de la vida.
De esta manera, un interés restringido, como por ejemplo, un niño que pasa seis o siete horas viendo videos sobre laberintos o memorizando guiones de una película favorita mientras el resto está desarrollando el juego con turnos mediante cartas Pokémon, podría limitarse de desarrollar habilidades fundamentales o en última instancia, de adaptarse socialmente.
No obstante, centrarse de manera exclusiva en el déficit que suponen los intereses profundos podría ser perjudicial para el desarrollo integral de una persona autista. En nuestro país aún estamos muy lejos de adaptarnos a cerebros que funcionen distinto de la curva promedio; un profesor de matemáticas no formado en conocimientos sobre neurociencias podría insistir persistentemente a un niño autista de pensamiento concreto y pensamiento visual, que realice cálculos algebraicos ad infinitum, sin considerar que este nunca podrá desarrollar la abstracción al nivel algebraico, incluso siendo adulto, y más aún, sin considerar que su potencial concreto y visual podrían hacerlo un genio para la geometría o la arquitectura, pero como la geometría es posterior al cálculo, estos niños a menudo se desmotivan o son diagnosticados con clasificaciones deficitarias del aprendizaje o la capacidad cognitiva.
El mundo debe adaptarse a las necesidades neurodivergentes y aprovechar los intereses profundos de las personas autistas. Si un niño solamente quiere dibujar camiones, se le puede pedir que además de dibujar camiones dibuje las rutas por donde pasan los camiones, luego se le podría pedir que dibuje los edificios que están por encima de los camiones, y más tarde, las personas que están en esos edificios impactadas de distintas maneras por el tránsito de los camiones. Esta secuencia de complejidad, no inhibe el interés profundo de la persona autista, sino que lo estimula, ayudándole a transitar de un pensamiento exclusivo en camiones a un pensamiento sobre “el mundo” al cual le rodean los camiones, enriqueciendo la interacción social. Igualmente, si un adulto autista se dedica con exclusividad a la lectura, se le debe animar a llevar sus lecturas a ámbitos sociales, como por ejemplo, compartir talleres de lectura, exponer temas, crear contenido audiovisual o participar de conversaciones en grupos de lectura, de manera que se pueda estimular la interacción social.
En última instancia, es sumamente relevante reconocer que la medida del cerebro neurotípico no es la medida ideal del cerebro que se debe poseer, sino una alternativa más en el amplio mundo de la neurodiversidad. Si usted es teista, un día de maduración reflexiva caerá en la cuenta de que Dios diseñó millones de posibilidades genéticas y cerebrales para la composición de la identidad personal. Si usted es ateo, podrá dar cuenta de que en algún momento de la historia, en el vasto acervo genealógico tuvo lugar una distinción genética que lo modificó todo, enriqueciendo, por defecto, la biodiversidad.
Por: Fabian J. Castañeda Vidal
Komentarze