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Una piscola y un telescopio: dos formas de mirar el mundo

Actualizado: 17 ago 2019


Epistemología para el siglo XXI. El más allá, desde el más acá: ¿Hay vida después del paradigma?: Un mito contemporáneo.


Los paradigmas son mapas complejos de ordenamiento, a través de los cuales organizamos la forma en que observamos nuestro mundo. A lo largo de la historia, se han construido muchísimos. Desde los presupuestos filosóficos hasta los pseudoaxiomas científicos, siempre se ha encontrado un megáfono desde donde hablar la realidad o unos anteojos desde los cuales describir el mundo y sus elementos. Sin embargo, la postmodernidad, como nunca ninguna otra época en la historia, se ha caracterizado por profundos, múltiples y radicales cambios paradigmáticos. La globalización, la interculturalidad y diversidad cultural en general, han constituido hoy pequeñas micropartículas de cosmovisiones y actitudes frente a la observación; una más disímil que otra, evidentemente. Y así es como actualmente no podemos ya hablar del mundo, ni de mundo[s], ni de universo o universo[s] sino que se hace necesario expandir el lenguaje hasta el extremo de los multiversos, las galaxias y cualquier cosa diferenciada, singular, propia de quien mira, interpela, construye. La subversión paradigmática del feminismo actual es un buen ejemplo de cómo el lenguaje vialactico está profundamente emparentado a las transformaciones arquetípicas de la época. La filosofía preponderante a parecido destronar exitosamente la omnipotencia cientificista. De manera tal que los paradigmas propios de la labor científica son actualmente tan cuestionables como los de la filosofía. Invulnerabilidad. ¿En quién podemos confiar entonces? Fue la pregunta que se hicieron miles de poetas, literatos, filósofos y artistas del siglo XXI luego de ver como la razón, la ciencia y la iglesia católica nos habían llevado a un sinnúmero de guerras, muertes y toda clase de crueldades. Desilusión, soledad, confusión, ¿Son los cambios paradigmáticos producto de un síntoma post-guerra?


Hoy podemos mirar desde cualquier lugar. Y podemos mirar cualquier cosa. Se puede observar un fantasma, como se puede observar a un átomo, ¿Cuál es mas real que el otro? ¿Le consultamos al positivismo, la fenomenología o el constructivismo? ¿Cuánto costara un par de telescopios para contemplar un átomo? ¿Dos, cuatro, cinco millones de peso? ¿Pero y de qué sirve mirar un átomo? ¡Ni siquiera se pueden agarrar! Seria bueno poder agarrarlos, apretarlos, ¡o comérselos!, pero son inasibles, inaccesibles, incapturables. Pero y después de todo, ¿De que sirve mirar lo que nadie puede mirar? Me angustian los átomos, son como los fantasmas, uno nunca termina de saber si existen o no existen, porque en definitiva, no se ven: ambos son en algún momento, invisibles. Son como una sagrada religión. Que por cierto nunca termina de ser ni sagrada ni religiosa. La ciencia está llena de misticismo. ¿Termina la ciencia de ser objetiva?. Hay que mirarla con esos telescopios prutefactos, ¡Como si todo el mundo tuviera cinco millones de pesos para un par de telescopios! A los fantasmas, hay que mirarlos con cinco litros de pisco en el cuerpo, ¿Cuál es la diferencia?, a parte del costo, claro, ¿No son acaso el pisco y el telescopio, dos formas de ver el mundo? ¡Dos malditas drogas! ¿Dos paradigmas? ¿Donde esta entonces lo epistemologico? ¿Donde subyace la epistemología, de la espitemología de la epistemología? ¿Y entonces quien creo a Dios? ¿En el fondo, hay fondo? ¿Qué es mirar? ¿Y entonces, que vaina es la realidad? ¿Qué es lo que miramos? ¿Y qué es lo que decimos que miramos cuando vemos que decimos que estamos mirando? ¿Dónde está la realidad? ¿En el telescopio, en el pisco, o en el ojo que no ve? ¿Y en todo caso de qué sirve que lo real sea esa cosa más profunda, escondida y subyacente en la materia, si la única miserable cosa que podemos mirar es un pedazo de carne, putrefacto e insignificante llamado cuerpo, predestinado por cierto al deterioro orgánico y la muerte misma? ¿Todos tenemos cinco millones de peso? ¿Y entonces, de que sirve la filosofía? ¿Sirve? ¿Por qué todo tiene que servir para algo, o para alguien? ¿Sirve la servidumbre? ¿Y para qué sirve, lo que no sirve? ¿Para qué sirve mirar lo atómico, o sea, lo subyacente, si después de todo, no hay nada? ¿Quién mira lo que sirve? ¿Cuál es el paradigma que observa la utilidad? ¿Qué miramos, cuando miramos? ¿Que es el mas allá? ¿Hay algo después de la muerte? ¿Hay vida después del paradigma?


Por: Fabian J. Castañeda Vidal

 
 
 

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