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SUICIDIO ADOLESCENTE: UNA BREVE REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA DE LOS FACTORES ASOCIADOS AL AÑO 2020



El suicidio adolescente ocupa el tercer lugar en las causas de muerte a nivel mundial y segundo lugar a nivel nacional (1). La naturaleza de las cifras tanto en Chile como en el mundo entero han demostrado ser incrementativas, por lo cual, identificar los factores asociados al fenómeno resulta esencial a la hora de desarrollar intervenciones adecuadas en materia de prevención y detección temprana, orientadas a disminuir dicha prevalencia. Por consiguiente, con el fin de identificar factores asociados se realizó una revisión de literatura primaria en las fuentes Scopus, Pubmed, ScienceDirect, Dialnet y Scielo. Los términos de búsqueda fueron: teen suicide, suicide in Chile, suicide factors; y en español: suicidio adolescente, suicidio en Chile y factores de suicidio en Chile. A su vez se realizó una síntesis cualitativa de una veintena de estudios de los cuales se seleccionaron diez, bajo un criterio de actualidad y localidad con tendencia en Chile y Latinoamérica, organizados en un fichero bibliográfico. El estado del arte del tema en cuestión resultó mostrar una consistencia en cuanto a los siguientes factores asociados al suicidio adolescente: conflictos familiares 89% (n=9); consumo de alcohol y tabaco 78% (n=6); sexo masculino 75% (n=7); depresión 70% (n=7); sexo femenino 67% (n=6); maltrato físico y psicológico 56% (n=5); factores biológicos 47% (n=4); consumo de sustancias psicoactivas 43% (n=4); problemas económicos 20% (n=3); e impulsividad 18% (n=2). Por otra parte, se analizaron los últimos hallazgos sociodemográficos en la literatura respecto a la localidad como factor asociado, tema investigado en Chile primera vez por Valdivia y compañía (2) y recientemente por Ardiles y compañía (3), evidenciando que la localidad rural o urbana no influye en el riesgo suicida. En última instancia, se halló una prevalencia suicida variable en todos los estudios, pero altamente elevada, de un 20,3%. Actualmente, el suicidio debuta como una problemática de salud transversal a nivel mundial. Según señala la Organización Mundial de la Salud, se estima que más de 800.000 personas se suicidan cada año, constituyéndose como la segunda causa de defunción en adolescentes entre 15 y 29 años. El 79% de todos los suicidios se produce en países de ingresos bajos y medianos y la ingestión de sustancias, el ahorcamiento y las armas de fuego son algunos de los métodos más comunes de suicidio en todo el mundo.

Según el Banco Mundial y La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (4), la actual tasa de suicidio en Chile es de 10,6 por 100.000 habitantes, con una tasa de 7,71% para mujeres y 13,5% para hombres, lo cual sitúa a Chile como el segundo país con la mayor tasa de suicidio más alta en toda la población mundial después de Corea del Sur, y el primero en Latinoamérica y países de la OCDE. Entre otros datos nacionales, el suicidio ha sido caracterizado como la segunda causa de muerte en el país, donde la mayor concentración de cifras se localiza en las regiones del sur, a saber, en Aysén (34 por 100.000 habitantes), Los Ríos (25 por 100.000 habitan­tes) y Los Lagos (19 por 100.000 habitantes) (5,6). A la fecha, las cifras más elevadas se ubican entre los jóvenes de 20-29 años, los mayores de 65 y el grupo entre 75-79 años (7). No obstante, las cifras en población infantojuvenil no dejan de ser alarmantes. Se estima que entre el 2-12% de la población adolescente ha tratado de quitarse la vida (8). Según Hernández y compañía (1) los adolescentes se encuentran en mayor riesgo por cuanto su rango etario significa atravesar diferentes cambios físicos, emocionales y sociales.

En este sentido, identificar factores asociados al suicidio adolescente podría ser útil para desarrollar intervenciones psicológicas e interdisciplinarias específicas, oportunas y eficaces para combatirlo; pero lastimosamente, las condiciones de precarización juegan muchas veces un papel desfavorable. Tal es la situación que demuestra un estudio realizado en la Región de Aysén (9), cuyo propósito fue dar a conocer los resultados preliminares del programa comunitario RADAR (Red para la Atención y Derivación de Adolescentes en Riesgo Suicida) en dos colegios, con una muestra total de 144, de los cuales el 20% se encontró en riesgo suicida, se dio cuenta desfavorablemente que el 91% de ellos no estaba en tratamiento. Según un equipo de investigadores de la Universidad de los Andes, a los que Bustamante y compañía se refieren, los factores que impiden una prevención eficaz en la región son: 1) que los adolescentes en ries­go no se encuentran en el sistema de salud ni tampoco consultan; 2) los profesores carecen de herramientas para pesquisa y manejo de adolescentes con problemas emocionales y riesgo suicida; 3) la ausencia de una red comunal para el manejo de adolescentes en riesgo 4) y por último, la que concierne a este estudio: la necesidad del personal de salud en general de contar con he­rramientas específicas para conocer e identificar los factores asociados al riesgo suicida.

Es probable que la investigación de Valdivia (2) sea una de las más relevantes en términos de factores de localidad asociados al suicidio en el país. Dentro de la literatura chilena no existía según estos investigadores a la fecha del año 2015 ninguna publicación que estudiase el suicidio en relación a los factores asociados de 1) residencia urbana/rural; 2) presencia o no de los padres en la residencia de los adolescentes durante el periodo escolar; 3) ideación suicida como variable independiente. Por ello, los investigadores han realizado un estudio con una muestra (N=195) de adolescentes entre 14 y 20 años correspondientes al único colegio de la comuna de Santa Juana, en la ciudad de Concepción, los cuales revisten característicamente de un alto porcentaje de ruralidad (44,19%), ausencia de los padres en residencia del periodo escolar (31,8%) y presencia de ideación suicida (16,4%). Respecto a la residencia urbana/rural, los investigadores no hallaron ninguna diferencia significativa. Esto implica que el alto porcentaje de ruralidad no sería un factor asociado a la suicidalidad entre adolescentes, como fue recientemente confirmado por el estudio de Ardiles y compañía (3) cuyo objetivo fue evaluar el riesgo de suicidio en relación a la localidad urbana/rural y al género masculino/femenino en la región de Coquimbo, en una muestra (N= 349) entre 14 y 19 años. Cabe destacar que los hallazgos evidenciados por estos autores no concuerdan con lo descrito por Shilubane y compañía (10) en Sudáfrica, ni por Holder y compañía (11) en Jamaica, ni en otras publicaciones internacionales (12,13); que demuestran una mayor prevalencia en suicidios en población rural. Sin embargo existen estudios en China y Estados Unidos que concuerdan con estos hallazgos (14,15).

Otro factor relevante evidenciado por Valdivia y compañía (2015), y que ha sido frecuentemente asociado en la literatura, es el sexo femenino. Hallazgo que por lo demás, coincide con el de Ardiles y compañía (2018) en Coquimbo, como también ha sido planteado anteriormente de forma amplia en la literatura internacional (16,17), donde se confiere un riesgo entre 2 a 4 veces mayor de intentar el suicidio a las adolescentes mujeres, y en la literatura nacional (2,18–20) donde se evidencia un riesgo de suicidio asociado al sexo femenino, pero una mayor letalidad en hombres, dato que, según estudios del Ministerio de Salud (21) se explican por el hecho de que las mujeres utilizan medios mucho menos letales que los hombres, que según el estudio de Gerstner & Lara (18) son caracterizados por envenenamiento y abuso de medicamentos, mientras que en hombres los predomina más frecuentemente el ahorcamiento.

Por lo demás, los factores de riesgo suicidas restantes en el estudio de Valdivia y compañía (2) se asociaron a padres ausentes, disfunción familiar, abuso de drogas, tabaquismo, baja autoestima, desesperanza, depresión e ideación suicida reciente. Lo cual coincide con algunos de los factores evidenciados por Hernández y compañía (22) en Perú, al realizar un análisis exhaustivo sobre factores asociados a la ideación y planificación suicida en adolescentes (N=2882) encuestados en el año 2010 por la Global School based Student Health, a saber: el sexo femenino (27,5% y 28,5% respectivamente), poco o ningún apoyo de los padres durante los últimos treinta días (25,7% y 17,1%), sentimientos de soledad frecuentes (53,2% y 38,1%) inseguridad alimentaria frecuente o prevalente (25,3% y 21,6%), haber sido víctima de agresión física en los últimos 30 días (31,4% y 22,4%), haber recibido acoso en los últimos 30 días (37,0% y 27,1%), haber fumado durante tres o más días (38,3% y 31,1%) y haber consumido alcohol durante seis o más días en los últimos 30 días (34,0% y 28,0%).

Como bien se observa, además del sexo femenino, los factores de padres ausentes, consumo de tabaco y disfunción familiar se repiten frecuentemente. Respecto a este último, Marco y Mayoral (23) sostienen que las disfunciones dentro del sistema familiar no solo aumentan el riesgo de cometer suicidio, sino que también se configuran escenarios que contribuyen a la ideación suicida en NNA, a saber, escenarios de menor expresividad emocional y exclusión de núcleo familiar, entre otros. En relación a esto, Gerstner & Lara (18) caracterizan la disfunción familiar como un factor precipitante de suicido que afecta directamente al género masculino, independiente del rango etario de estudio, puesto que al ser menos expresivos emocionalmente y sentirse limitados por una idiosincrasia cultural por parte de la familia, tienden a ocultar sus problemas psicológicos obstaculizando una posible detección temprana e intervención; mientras que por el contrario, las mujeres suelen expresar de forma más abierta sus emociones o pedir ayuda.


El suicidio adolescente es un problema que afecta al mundo entero, del cual Chile, dado su alta tasa de prevalencia, merece una preocupación no menor respecto a la identificación de los factores asociados para una ulterior intervención. Los hallazgos del total de estudios analizados evidenciaron una consistencia más o menos homogénea respecto a algunos factores asociados: conflictos familiares (89%), consumo de alcohol y tabaco (78%), depresión (70%), abuso (68,9), trastornos psicológicos asociados (62%), maltrato (56%), factores biológicos (47%), consumo sustancias psicotrópicas (43%), siendo los menos consistentes: problemas económicos (20%), impulsividad (18%), incidencias geográficas rural/ urbano (13%), rechazo social (10%) y migración (8,6%). Los estudios realizados en Chile acentuaron la prevalencia de riesgo dentro de las tendencias asociadas al consumo de tabaco, alcohol, psicotrópicos, conflictos familiares y antecedentes biológicos familiares. Por otra parte, un factor importante en los estudios consultados es la preponderancia ante la ideación suicida del sexo femenino en un 67% de los casos presentados y 75% para el sexo masculino.


Es interesante que algunos de los factores asociados como el tabaquismo, alcoholismo y vivir fuera del hogar en edad adolescente, sean, al mismo tiempo que frecuentes, infravalorados, no solamente por los adolescentes, sino por todo el conjunto sociocultural. Los hallazgos encontrados en esta revisión debiesen elevar la preocupación de los lectores, considerando que dichos factores prevalecen también en números altamente multiplicados, en etapas postadolescentes, como se puede observar in situ, por ejemplo, casi en cualquier ambiente universitario. La importancia de aquello subyace en pesquisar con exhaustividad algunas características claves del desarrollo adolescente, a saber, que la conformación de la identidad está afectada influyentemente por modelos de identificación percibidos como superiores. Se podría entonces hipotetizar, y valdría la pena investigar, que los factores que caracterizan a los estudiantes universitarios postadolescentes podrían configurarse como modelos de identificación altamente influyentes para los estudiantes escolares adolescentes y, asimismo, generarse una consecución de rasgos asumidos por una concatenación de identificaciones ad infinitum entre una generación y otra, por lo cual, es preciso intervenir estratégicamente en ellas.


Cabe resaltar, que a pesar de que todos estos estudios mantienen una tasa de prevalencia variable respecto a la ideación suicida, a saber, entre 11,8% y un 16,5%, y la media total de suicidios es de 20,3% cifra que, siguiendo a Stewart y compañía (19), seria fácilmente triplicada, ya que su estudio ha demostrado que los intentos de suicidios previos aumentan tres veces mas la posibilidad de intentarlo en el futuro, así como también los síntomas obsesivos-compulsivos e impulsivos elevan de 2 a 4 veces más la probabilidad. Tal es la urgencia que arrojan estos datos que es preciso reconocer los factores asociados al suicidio, sobretodo dentro de las escuelas, que es el lugar donde gran cantidad de los estudios a pesquisado para generar estrategias optimas de intervención.


Ahora bien, aunque ciertamente existe presencia de programas de prevención del suicidio en diferentes colegios del país, es necesario insistir en la importancia de aquello, ya que estos programas, según una reciente investigación sistemática (24) que analizó 165 estudios de prevención de suicidio, disminuyen significativamente la conducta suicida en adolescentes. Por ello, es recomendable conocer algunas estrategias eficaces de prevención en colegios, como por ejemplo, las expuestas por Bustamante y compañía (9):


1. Programas awareness, esto es, programas psicoeducativos basados en la toma de conciencia respecto a la depresión, el suicidio y sus factores asociados, de manera que puedan solicitar ayuda de forma efectiva cuando la necesiten.

2. Entrenamientos gatekeepers, o sea, capacitaciones que habiliten a profesores, personal o alumnos, para detectar adolescentes en riesgos, y su vez los adolescentes puedan acudir a los gatekeepers para ser derivados a establecimientos especializados previamente definidos por el protocolo interno.

3. Programas de screening, cuyo objetivo yace en detectar adolescentes con riesgo suicida en los colegios a través de instrumentos de tamizaje diseñados ad-hoc. Una vez identificados, son derivados a un especialista en salud mental.


Por otro lado, es de suma relevancia en una reflexión sobre factores asociados al suicidio, rehusar de realizar cualquier síntesis reduccionista que deposite la responsabilidad únicamente en los adolescentes o en sus estados internos, en pos de arribar hacia horizontes más macroestructurales, como lo son, por ejemplo, el de las políticas públicas o problemas socio-políticos específicos tal como lo amerita la problemática evidenciada por Valdivia (2) en los sectores rurales, donde en respuesta a la precarización de recursos estatales en el sur de Chile, existe en Santa Juana, un único establecimiento educacional, lo cual demanda a los estudiantes recorrer grandes distancias para llegar, o bien —lo que la mayoría hacen— irse a vivir a internados u hogares externos mientras estudian, lo cual es según Valdés un factor asociado al riesgo suicida, que valdría también la pena correlacionar con los factores de sentimientos de soledad expuestos por Hernández y compañía (22); en el peor de los casos, los adolescentes que no recorren las grandes distancias requeridas deciden no estudiar, lo cual se suma a un factor de riesgo. En este sentido, es la carencia de posibilidades estatales las que ponen en cuestionamiento el papel que las políticas públicas juegan en espacios rurales y urbanos con estas condiciones, que además representan una gran parte del sector sur de Chile, en el cual, como hemos visto, se alcanza el más alto índice de suicidio en el país, pero también la responsabilidad radica en el entrenamiento de profesionales de salud pública que puedan contar con las herramientas necesarias para identificar e intervenir desde los factores de riesgos mas prevalentes; y por último, no debe no considerarse la gran responsabilidad social y cultural que existe en Chile respecto a los factores de riesgo que son comúnmente normalizados desde canales de televisión nacional, pasando por establecimientos públicos hasta regulaciones punitivas.



Por: Aurora Bertín y Fabian Castañeda




Bibliografía


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