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Sistema Universitario Contemporáneo, una crítica entorno a Foucault y la naturaleza académica


La normalidad, lo normal, lo normativo, son conceptos que se presentan a lo largo de la cotidianeidad para definir el conjunto de normas que regulan nuestra convivencia, comportamiento y lógica social. El concepto "normal" sirve para distinguir qué es lo correcto y que no, qué está bien y que está mal. Pero la normalidad sirve, además, para discriminar a todas las personas y grupos humanos que no se ajustan a los patrones y modelos que sigue la mayoría. La palabra “normal” viene de “norma”, y la norma no viene del cielo. Alguien creo la norma, y lo hizo en función de un proyecto político de poder, en el sentido de instalar su propio interés como si fuese lo lógico, lo natural o del interés de todos. Este es más o menos, uno de los puntos cruciales en el pensamiento de Foucault, y es también el punto de inflexión de esta breve reflexión que gira alrededor del sistema universitario actual.


Hemos luchado en Chile por buenas políticas públicas-económicas, respecto del financiamiento universitario y su calidad de negociación. Las masas se han movilizado por generaciones para exigir una educación gratuita “…y de calidad”, pero pareciese ser, que la propuesta cualificable solo reduce la conceptualización de calidad en el límite de lo económico-gratuito. Conmemorable es, sin duda, la protesta que hacemos exigiendo nuestra emancipación financiera respecto de los sistemas de poder que externamente controlan y suprimen nuestra condición y posibilidad estudiantil. Pero ¿Qué hay de las relaciones de poder que se ejercen dentro del espacio universitario? ¿Qué hay del poder que se ejerce mediante los recursos del Sistema de Selección Universitaria (PSU), su ineficacia, discriminación y subjetividad? pareciese ser que nadie considere amenazador, subyagador y coartador todo lo que pudiésemos vislumbrar aquí como una relación de poder en la naturaleza universitaria, que vale cuestionar aquí, su carácter “natural”, pues, su “normalidad” hace parte de los anteojos con los que salimos a protestar por gratuidad, pero a su vez, —farmacológicamente— pensamos que todo está bien allá dentro, mientras que somos cotidianamente bombardeados por un “saber-poder” de académicos —que a veces— poco saben, y poco podrían hacer sin nosotros. Tampoco somos participes del conocimiento, el concepto de universidad se desnaturaliza frente a como diría Foucault, nuestros “cuerpos dóciles”, no somos partes de la reflexión, ní del mundo pensante. Soñamos utópicamente que al llegar a la Universidad tendríamos al menos una oportunidad en la producción del conocimiento, pero siempre se nos posterga toda oportunidad, sometiéndonos a repetir dogmática y litúrgicamente el conocimiento de unos otros, que aniquilan y subyagan, —silenciando nuestra voz — nuestro “conocimiento local”, aplastado por aquellos “conocimientos eruditos” ¿Es esto una Universidad? Foucault identifico dignas similitudes entre una cárcel y un colegio; En el caso universitario, podríamos reconocer su semejanza con la de una iglesia medieval y sus “pulpitos sagrados” desde los cuales se determina el discurso de verdad, no como un dialogo hacia la “comunidad” (cuestionable concepto), sino como un monologo normalizador, desde el cual, universitariamente, no participamos, sino al contrario, padecemos, quedando sucumbidos ante las relaciones de poder que nos privan y nos sustraen de un espacio que parecía ser nuestro, o al menos ser parte de lo que llamamos “estudiar”, sin embargo, “Aquí la etimología del término studium se torna transparente. Se remonta a una raíz stosp, que indica los golpes, los chocs. Studiare (estudiar) y stupire (dejar estupefacto, sorprender) están, en este sentido, emparentados: quien estudia se halla en la condición de quien ha recibido un golpe y permanece estupefacto ante eso que lo ha golpeado, sin llegar a comprenderlo (…) El estudioso es, pues, siempre también un estúpido… “, planteaba Giorgio Agamben en Idea de la prosa. Este es uno de los motivos por los cuales algunos prefieren protestar desde dentro, en vez de hacerlo desde las calles, después de todo, mucho ya se dice desde fuera, siendo que el poder esta dentro, junto a sus oprimidos, de los cuales ya somos parte, y resistimos.


 
 
 

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