[NOTAS] AUTOPOIESIS: VARELA & MATURANA: LA ORGANIZACIÓN DE LO VIVO
- fabianjesusvidal
- 11 oct 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 oct 2019

Hace como tres meses comencé un ramo de Wittgenstein en la Universidad. El pensamiento y obra del filosofo son tan complejos que he leído una, otra y otra vez algunos de sus libros, en especial su obra “Investigaciones Filosóficas”, para lograr apenas esamblar migajas de comprensión general para iniciar recién escasamente un análisis reflexivo. A veces con la sensación de qué estoy leyendo algo altamente interesante, y otras, con la frustración de terminar de leer y no haber entendido algo en absoluto. De cualquier manera uno avanza. El universo de las humanidades transita mucho en esas dinámicas, sobretodo en el mundo de la filosofía. Hoy por hoy he avanzado muchísimo con Wtt, pero diría que por cada idea que comprendo, retrocedo mil pasos a encontrar más preguntas, más paradojas, más confusión, y más y más y más.
Leer a Humberto Maturana y Francisco Valera fue algo muy similar. Recuerdo en especial una conversación con un gran amigo y compañero de investigación quien me entusiasmo enormemente para leerlos contandome lo cerca que estas eminencias chilenas habían estado de alcanzar el premio nobel por sus investigaciones sobre la autopoiesis. Hasta ese momento, lo único que yo conocía de Maturana era esa popular frase cliché qué a todos los alumnos de primer año de psicología nos fascinó alguna vez mencionar: “el lenguaje crea realidades”. Algo sabía de constructivismo, había leído a Kant y a Weber, y tenia entonces algunas bases epistemológica de esta cosa rara que emerge en el siglo XXI. Con el tiempo fui mirando vídeos sobre Varela y Maturana, hasta llegar a algunos paper’s bien interesantes que me fueron ayudando a comprender más.
Honestamente tenía miedo de comenzar a leer este texto directamente. Sobre todo porque mis conocimientos sobre biología eran demasiados precarios como para ponerme a comprender la organización de los sistemas vivos cuando apenas yo había leído unos tres o cuatro textos sobre psicología sistemica básica y ningún libro de biología en toda mi vida. Pero luego de hacerle el quite casi por un año, y leyéndolo desde muy fuera, me aventuré entonces a comprar y entonces leer este librito tan famoso “De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo”. Sin más preámbulos, escribiré algunas notas breves aquí, muy humildes, de las cuales de seguro me reiré en un par de años más. Espero que ningún biólogo me lea. Y si lo hace, perdóneme (soy alemán).
Me parece como de mayor relevancia una cuestión que Maturana llama el dominio de las ontologías constitutivas. El concepto hace referencia a la tarea que hace el humano cuando observa. El observador opera el lenguaje como un participante activo en el ambiente, que conforma a su vez toda una realidad entorno a la persona.
Como una segunda idea, no específicamente en un orden de relevancias, me llama altamente la atención de que los autores explican al sistema nervioso como un sistema neuronal cerrado que no opera con estímulos, representaciones o símbolos del medio. Esta cuestión es altamente importante, sobretodo todo porque da paso a pensar y dejar de pensar en un millón de investigaciones y especulaciones filosóficas. Como una apenas mención, basta con decir qué este hallazgo abre las puertas a una clínica singularizada jamas pensada hasta hace poco, una cuestión quizá caótica para la academia cientificista, o la psicología normativa de carácter más ortodoxa. Me atrevería a decir también algo que ya está muy dicho respecto a los trastornos mentales y las categorizaciones psiquiátricas posibles y predominantes: la disolución patológica como una resolución que disloca brutal y estrechamente lo mas “orto” de lo psicologicista, pareciese encontrar acá otra ruta hacia caminos redentores que buscan la emancipación de una psiquiatría dominante, que subyaga la subjetividad particular de cada quien.
Como un tercer y último punto, me gustaría resaltar una fenomenología cognitiva que los pensadores ubicaron en lo biológico y que por tanto delimita la objetividad de todo conocimiento. Dado que esta cuestión esta en boga, y esta más que explicada por el propio paradigma postmodernista, solo me resto yo a mencionar la bella idea de que somos seres lenguajeantes, que en su defecto hablamos el lenguaje; aunque me gustaría haber leído a Maturana explicando como es que el lenguaje también nos habla, y si alguien me puediese acercar a esas lecturas existentes, se lo agradecería. La biología del amor, es entonces el nombre asignado por el autor a esta bellesidad de existencia en dos dimensiones, la de la estructura y la de la organización, que yo me atrevería a decir junto a una lectura bíblica muy personal: que guarda una imagen, una semejanza perfectamente diseñada y asombrosamente amorosa: la biología del amor.
Por: Fabian J. Castañeda Vidal
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