¿Que es lo humano?
- fabianjesusvidal
- 14 ago 2019
- 3 Min. de lectura

Lo humano es tremendamente falible. Es decir, susceptible de todo error. Frágil. Finito. Quebrantable. Como dice el escritor bíblico: “Es como las flores, que brotan y se marchitan; es como efímera sombra que se esfuma” (Job 14:2 NVI). Sin embargo, lo humano es también perfectible. Es decir, que puede ser perfeccionado constantemente. Estas dos condiciones de lo humano: lo falible y lo perfectible, son dos importantes polos entre los que oscila la vida. Podríamos inferir en disquisiciones deductivas pensando desde el universo, o al menos desde lo que se ha descubierto sobre él. Las teorías físicas sobre como las polaridades disimiles en el universo, como el frio y el calor provocan la energía, no son de menor envergadura; estas han sido utilizadas a lo largo de algunas décadas para fundamentar incluso teorías psicológicas respecto de la personalidad. Algo existe en aquel “entre” que oscila entre lo falible y lo perfectible. Llámese como quiera, es un algo que nos somete a la vida, la energía, y la motivación. Cualquier rama del saber dispuesta a reflexionar sobre lo humano a identificado estos dos binarios; muchos de ellos han bautizado estos reconocimientos con creativos y originales nombres que han marcado pautas de debate y comprensión para los siglos contemporáneos y el póstumo futuro aun no vivenciado. Es el caso de Nietzsche, por ejemplo, que en su proceso de identificación de aquellos dos polos, reconoció que el hombre era un ser a medio hacer, algo “entre” la bestia y el superhombre. Las religiones, por su parte han hecho de este fenómeno interpretaciones interesantes respecto del hombre en su potencia, destino y posibilidad sagrada. Sin embargo, como bien planteo alguna vez Wittgenstein, las realidades se prestan para lo que se adueña el lenguaje. Cualquier cosa se puede construir, y los estados psicológicos juegan aquí un rol importante. Algunos son mas optimistas que otros. Al contrario con el médico, el intérprete vierte de su sangre en la jeringa con la cual vacuna. Su estado de consciencia no es de ninguna manera imparcial. Así es como algunos han dicho que el hombre es como una enfermedad en el universo, y es el único animal que todavía no ha llegado a consolidarse, de manera que la vida humana conlleva un grave riesgo: o vencer al hombre mediante la superación, o volver a la animalidad primitiva; porque mientras todos los animales han producido algo superior a ellos, el hombre se resiste a evolucionar. Las interpretaciones son miles. Y lo interpretativo no es mas que eso: una cuota de hermenéutica con una cuota de estado mental. En ningún caso una interpretación es una realidad, a no ser para quien la vomita. De ahí que los verdaderos hechos no son hablados. Y se accede a ellos desde el silencio, el retraimiento, la soledad. El gran biólogo chileno Humberto Maturana decía en esta línea, que era imposible lenguajear la realidad. Cuando se habla, se contamina por cuanto el lenguaje esta dotado de significado, y el significado distorsiona los valores de lo objetivo. Pero el lenguaje no está explicito unívocamente en la voz de quien habla, sino en todas las voces de quien ya han hablado. Estamos llenos de ideas de como las cosas se dicen, se hablan, se significan, se comprenden, y se aprenden. Esta constitución de lo hablante ha hecho posible la organización, el orden y el mapa del mundo por el cual navegamos hacia distintos puertos. ¿Pero no vamos todos hacia el mismo lugar?. Una consideración es necesaria: No hablar. Otra es sumada con elevada importancia: No escuchar lo hablado. Una tercera se hace imprevisible: No pensar desde el lenguaje. ¿Qué es entonces lo humano? Si pudiese yo escribirlo acá, traicionaría ya lo inmanente de lo humano; se enfrentará entonces al lector aquí, a la paranoia que padece todo lector: contemplarse buscando una respuesta en lo que cree que es un final de texto, donde simplemente, no hay nada, porque lo humano no esta fuera, sino dentro, bien dentro… aunque angustie. Porque en el fondo, no hay fondo.
Fabian J. Castañeda Vidal
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