¿QUE ES APRENDER?
- fabianjesusvidal
- 1 abr 2020
- 2 Min. de lectura

¿Qué se aprende, cuando se aprende? En primera persona: que el aprendizaje no es necesariamente un valor amable; no está emparentado asimismo como lo están las virtudes más elogiadas de la vida: el amor, la generosidad, la amabilidad... El aprendizaje está muchas veces sometido, pues, aprender, es muchas veces, ser vulnerado por un sistema, una idea, o una persona la cual su posición sobrejerarquizada le permite, al mismo tiempo que le obliga necesaria, insensible y cruelmente la subyugación de todo aprendizaje local que se origina en la singularidad más pura, santa y natural del individuo. Dicho así, podríamos decir que aprender es de algún modo dos cosas separadas entre dos mundos: de ahí que muchos opinen que el aprender supone una virtud, y otros, una maldición, ya que, en definitiva, quien “dice” dice siempre desde su mundo óptico, y quien mira lo aprendido, mira en siempre en funcion de su propia carencia subordinada en el reflejo de una visualización limitada. Aprender, es entonces —para mí— ambas oportunidades: la de vivir y la de morir, pero por sobretodo —y preferentemente— creo que el aprendizaje es un desaprender constante. Desaprender de los elementos subyugadores que coartan, cetean y delimitan nuestra forma de sentir, pensar, actuar y ubicar nuestro ser (y no nuestro rol) en el mundo que habitamos juntos en la convivencia, el lenguaje y cultura, y no necesariamente en la política. Desde mi experiencia, el aprendizaje se ha vuelto siempre una deconstrucción. Una deconstruccion del aprendizaje que me mantiene drogado, farmacologizado, deconstruccion del aprendizaje que me lleva a la maldición. Pero no es solo una deconstrucción de lo externo, sino también de mí propia persona: aprender presupone un proceso de desidentificación en donde he de sacarme de encima todo aquello que me está estructurando y no me doy cuenta. Cuando me saco de encima todas esas codificaciones encriptadas que me cetean, es cuando recién comienzo a visualizar algo diferente. Lo diferente irrumpe cuando me saco de encima lo que me ensimisma, lo que me hace ser yo mismo en un sentido difuso de la mirada; el principal obstáculo para el acceso al aprendizaje soy yo, es mi mismidad... Es por eso que el verdadero aprendizaje supone siempre el efecto del amor: la renuncia. De modo que nadie puede ver algo nuevo si no renuncia así mismo; de ahí que el aprendizaje, por ejemplo, el de Dios, presuponga no un acceso mediante un dispositivo convencional, racional, heteronormativo, sino mediante lo extranjero, lo asingular, lo impropio, lo amoroso...
Por: Fabian J. Castaeñeda Vidal
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