top of page
Buscar

La Confesión De Maslow

Actualizado: 28 may 2019


Seré muy breve; y peor aún, seré incompleto. Sentirás que al texto le falta algo. Es necesario.


Estaba leyendo, haciendo algunos resúmenes y de pronto me encontré con esto:


“Cada vez estoy más aislado. He dejado de ir al teatro y he renunciado a la poesía, a hacer nuevos amigos... Mi trabajo me gusta y me absorbe tanto que todo lo demás me empieza a parecer más y más insignificante” (citado en Frick, 2000, p. 135).


Estás palabras son nada más y nada menos que de Abraham Maslow, conocido por muchos por su Pirámide de las necesidades o por ser el psicólogo estadounidense que contribuyo directamente en la conformación de la Psicología Humanista.


Cuando leí ese párrafo, me angustié.


Maslow realizo esa declaración cuando estaba en un proceso de su vida lo más cercano a lo que entendemos por autorrealización. Imagínate que obtienes la casa que siempre soñaste, el auto de tus fantasías o el matrimonio que tanto esperaste; u obtienes tu titulo profesional, tu postgrado o cualquiera sea el gran sueño que tengas en mente por más utópico que sea; es ahí-, es ahí donde estaba Maslow, en lo que si quieres podemos llamar: una experiencia cumbre.


Quisiera explayarme mucho sobre esto, pero no tengo tiempo en estos momentos. Así que me delimitaré a estacionarme en algunas palabras más tardías y dejaré así, el proceso reflexivo, en las puras manos del lector.


La lectura es completamente necesaria. No la lectura intelectual, sino la lectura de nuestros cuerpos; la lectura de nuestros pensamientos; la lectura de nuestras emociones. Leernos nos permite seguir componiendo nuestro escrito, pero sin entrar en contradicción con nuestros textos. Re-leernos, para re-visualizarnos es también, re-narrar nuestra historia; hacerlo desde la honestidad, hacerlo desde el amor; y en ese proceso, hallarnos, pero sin superponernos, sin interpretar aún nuestra narrativa, sin contaminar aún nuestros lenguajes. De modo que no sea que hayamos subscrito a nuestro texto, un texto falso, un texto ideal, o más allá de un texto, un guión: uno que nos dice que hacer... y que no hacer, uno que obligue a prostituir nuestro yo real, por el pago de uno idealizado: totalmente emborrachado, asido de si mismo, envaneciendo en la incongruencia, el miedo y la soledad.


Por: Fabian J. Castañeda Vidal.


 
 
 

コメント


bottom of page